La sesión se desarrolló en español y congregó a una audiencia interesada en comprender las repercusiones de un segundo mandato de Trump en materia de comercio internacional. Para ello, contamos con la participación de Alfredo Bonet, consejero independiente y secretario de Estado de Comercio Exterior (2010-2012), entre otros. Durante la sesión, Alfredo Bonet presentó un análisis detallado de las razones detrás del regreso de Estados Unidos al proteccionismo. Se examinaron las medidas comerciales adoptadas durante las dos administraciones anteriores para identificar las posibles tendencias de la política comercial de Trump en su segundo mandato.
Alfredo Bonet comenzó su intervención con un repaso de los factores que impulsaron la globalización desde su origen tras la Segunda Guerra Mundial, destacando la creación del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y la reducción de restricciones al comercio e inversiones. Estos elementos facilitaron el desarrollo de cadenas globales de valor y desencadenaron cambios geopolíticos como el colapso de la URSS y las reformas de China hacia la economía de mercado. Bonet señaló que, desde los años 60, la producción mundial creció de manera regular y estable, mientras que el comercio internacional lo hacía a un ritmo mucho más acelerado, duplicando a partir de los años 70 el crecimiento de la producción. Este dinamismo generó décadas de cooperación económica, desencadenando en la etapa de mayor crecimiento global hasta la crisis de 2008-2009.
Estados Unidos fue el principal arquitecto de las instituciones multilaterales creadas tras la Segunda Guerra Mundial, entre ellas el GATT (1948), que más tarde dio paso a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995, ya no como un acuerdo general entre partes, sino como organización internacional consolidada que constataba los principios básicos de su predecesor. Sin embargo, este modelo alcanzó su punto álgido en 2008, cuando el comercio representaba el 64% del PIB mundial. A partir de 2009, comenzó una caída del comercio global, y aunque la recuperación fue relativamente rápida, el comercio nunca ha vuelto a superar el 50% del PIB mundial. De esta forma, se generó una situación estructural en la que el comercio mundial crece a ritmos similares a la producción mundial. La crisis tuvo múltiples causas, entre ellas el ascenso de China, que desafió la ortodoxia del libre mercado al proponer una vía alternativa de crecimiento para los países en desarrollo; el fin de la ausencia de competencia entre grandes potencias; y la creciente inclusión de factores políticos en los acuerdos comerciales. Además, la crisis marcó el inicio de un retorno progresivo al proteccionismo, con un aumento de restricciones a la importación y, más recientemente, a la exportación, algo casi inexistente hace una década.
Todo ello ha dado lugar a una tendencia progresiva hacia el retorno del proteccionismo que ha llegado hasta nuestros días. La alteración de los poderes ha cambiado en peso de los países en el mundo; es el caso de EE.UU., cuyo poder económico ha descendido sustancialmente debido al ascenso de China.
En este contexto, Alfredo Bonet señala que para reconocer las futuras tendencias en la política comercial de Donald Trump durante su segundo mandato, es importante analizar las anteriores políticas comerciales. En esta línea, Bonet analiza las medidas comerciales adoptadas por Trump durante su primer mandato (2016-2020), que marcaron un cambio significativo respecto a políticas anteriores. Trump concibió la política comercial como un medio para abordar la «guerra comercial permanente» en la que se encontraría EE.UU. Criticó los acuerdos comerciales previos por acelerar el declive económico de Estados Unidos y acusó a países con superávits bilaterales elevados de prácticas comerciales desleales. Estas críticas dieron paso a una política comercial proteccionista centrada en reducir el déficit comercial, fortalecer la industria nacional y priorizar los intereses estadounidenses. Entre sus acciones, Alfredo Bonet destaca la aplicación de aranceles progresivos a importaciones chinas por un valor de 380000 millones de dólares; la investigación sobre prácticas chinas relacionadas con la propiedad intelectual, tecnología e innovación; el uso de la cláusula de seguridad nacional del GATT para imponer aranceles a las importaciones de industrias específicas en países aliados; o las sanciones a fabricantes chinos de telecomunicaciones y las restricciones en la exportación de tecnologías clave, como los semiconductores.
Estas medidas redujeron las exportaciones chinas a EE.UU. y disminuyeron el déficit comercial estadounidense, aunque supusieron el aumento de impuestos a los consumidores a nivel nacional y afectaron negativamente a las industrias dependientes de las importaciones. En términos generales, no ayudaron a negociar acuerdos comerciales más favorables ni a mejorar la seguridad nacional.
Bajo la administración Biden (2021-2024), tras criticar abiertamente la política comercial de Trump, se desarrolló una política similar de nacionalismo económico, aunque con un tono menos beligerante. La administración Biden priorizó la resiliencia de las cadenas de suministro en sectores estratégicos; la vuelta a la grandeza industrial y un crecimiento económico justo para los trabajadores de EE.UU.; una rápida descarbonización y transición energética; y la contención de China a nivel económico y militar. La estrategia comercial de Biden, descrita como el “nuevo consenso de Washington”, combinó una estrategia industrial renovada, acuerdos de carácter sectorial con aliados económicos, y medidas para frenar el ascenso de China. Biden mantuvo la mayoría de los aranceles de Trump e incluso introdujo nuevos en 2024 dirigidos a semiconductores y vehículos eléctricos chinos. Además, esta administración es pionera en la utilización de la política comercial como instrumento para conseguir fines no comerciales.
Estas políticas redujeron aún más el comercio entre EE.UU. y China, dando la oportunidad a otros países de aprovechar el vacío de mercado provocado por la reducción de las importaciones procedentes de China en EE.UU. Sin embargo, también provocaron represalias por parte de China, principalmente aranceles a las importaciones procedentes de EE.UU.
Finalmente, Bonet evaluó las perspectivas de la política comercial del nuevo mandato de Trump. Los nombramientos en su administración hacen pensar que el nuevo gobierno será más radical, manteniendo el proteccionismo y el unilateralismo como ejes centrales de su política comercial. Durante la campaña electoral Trump propuso aranceles de un 60% para productos chinos, un 25% para México y Canadá, y entre un 10% y un 20% para el resto del mundo. El mandato electoral para elevar aranceles es claro, y el control del congreso y el senado sustentan la viabilidad de aplicar estas medidas, que podrían tener un impacto significativo en socios comerciales clave, como México, cuyo 83% de exportaciones depende de EE.UU. Además, Bonet señala las consecuencias de esta política comercial para la Unión Europea, que necesitará tener lista una opción de represalias. La relación con China también se verá afectada por el nuevo mandato, donde un intento fallido de negociación podría desencadenar una nueva guerra comercial.
La sesión concluyó con un debate donde los participantes pudieron plantear preguntas sobre los temas tratados. Este intercambio subrayó la relevancia de comprender los efectos, tanto inmediatos como a largo plazo, de las políticas comerciales de la nueva administración Trump.
Lucía Rodríguez