En primer lugar, José Manuel González-Páramo realiza un repaso de la reacción de la Unión Europea ante la crisis de la COVID-19, a la cual otorga una valoración muy positiva. La reacción rápida y potente de la Unión Europea indica que hemos aprendido de las crisis anteriores y de las demandas ciudadanas, a la vez que se han sabido implementar mecanismos novedosos.
El marco financiero plurianual ha registrado una gran novedad especialmente con la creación del nuevo fondo Next Generation EU, ya que parte de este consiste en transferencias directas a países, no préstamos, es decir, son fondos conjuntos y solidarios. En cuanto a la política comercial se han visto restricciones a las operaciones de toma de control y compras conjuntas (de material sanitario, por ejemplo), cierta tendencia proteccionista. Por último, en cuanto a políticas de competencia se han relajado las reglas de ayudas de estado para favorecer el crecimiento económico de nuevo. En conclusión, la Unión Europea ha actuado de manera favorable y ha sabido transmitir una sensación de protección hacia sus ciudadanos.
Otra de las cuestiones que introdujo González-Páramo fueron los consensos básicos en política económica a partir del Tratado de la Unión Europea; especialmente en estos tiempos de negociaciones difíciles y resurgimiento de actitudes proteccionistas que plantean la necesidad de autonomía estratégica. José Manuel González-Páramo considera que en este debate que plantea modificar el marco de la política económica de la Unión, la única opción constructiva es perseverar en el debate democrático para tratar de relegitimar los consensos básicos de la Unión y ser flexible con las reglas que deben adaptarse a la nueva realidad.
La Unión Europea debe impulsar la reforma de la Organización Mundial del Comercio, especialmente en el frente digital. También debe impulsar el principio de nivelación del terreno de juego en lo social y en lo medioambiental, que afecta a las relaciones con Estados Unidos, China y Reino Unido. Por último, necesita prestar atención a la vulnerabilidad de las cadenas de valor que se ha manifestado durante la pandemia, y mejorar los mecanismos de compensación a los más afectados negativamente por la globalización.
En conclusión, la política económica europea recibe una valoración positiva en su adaptación a la nueva crisis, aunque el consenso original de la Unión se ha visto erosionado. Ahora es necesario rejuvenecer ese consenso, planteando un debate constructivo, y redirigir la atención hacia temas latentes como la pandemia, el transición ecológica, y la digitalización.
María de Alfonso