Xi Jinping y la emergencia de China como potencia global

El 26 de noviembre de 2020 INCIPE celebró el encuentro digital Xi Jinping y la emergencia de China como potencia global, actividad enmarcada en el I Ciclo Grandes Potencias, dedicado a China. El evento estuvo protagonizado por Manuel Valencia, embajador de España en la República Popular China entre 2013 y 2017. La presentación del evento corrió a cargo del también embajador de España y secretario general de INCIPE, Manuel Alabart, y fue moderado por Vicente Garrido, director general de INCIPE.

Desde el inicio de su intervención, Manuel Valencia invita a no dejarnos llevar por una visión eurocentrista para entender a China. Un país que no solo representa el 20% de la humanidad sino que además es una civilización con más de cinco siglos de antigüedad. En este contexto, explica Valencia “la República popular China es otra época de esa civilización milenaria” y como tal, tiene sus particularidades.

El gobierno de Xi Jinping, actual presidente de la República Popular China y  secretario general del Partido Comunista Chino, ha sido el impulsor de una ideología basada en el sueño chino, con un fuerte nacionalismo y orientada hacia la vuelta de China a ser una gran nación sin renunciar a sus propios principios. A nivel de política interna, Xi Jinping ha debilitado la dirección colectiva del país al aumentar la permanencia máxima de los presidentes en el cargo y ha frenado la lenta pero progresiva separación entre Estado y mercados.

Sin embargo, dónde más se  refleja la ruptura entre Xi Jinping y sus antecesores es en política exterior. El actual presidente rechaza la concepción de que China no necesita contacto con el exterior por la que abogaban sus antecesores, al entender el importante papel del comercio y las inversiones internacionales para el país y desarrolla una política basada en la inversión en infraestructura en otros países a cambio de materias primas que sirvan para desarrollar su propia economía, que ha pasado de representar el 5% del PIB mundial al 17% en tan solo dos décadas.

Xi Jinping tiene ahora el foco puesto en la tecnología como fuente de crecimiento económico. En este sentido, ya que según explica el embajador Manuel Valencia, la decadencia de China durante el siglo XIX se debió a no contar con la tecnología suficiente para enfrentarse a sus competidores, ahora “el país quiere tener su propia tecnología para no depender de su proveedor”, como ocurre, por ejemplo, con los semiconductores estadounidenses, que China tiene que importar.

“El enfrentamiento entre China y Estados Unidos es político y percibido más desde Estados Unidos que desde China” afirma el embajador Valencia. Se ha producido un proceso de distanciamiento que rompe con las relaciones establecidas entre ambos países en la década de los setenta cuando Nixon y Kissinger se acercan a China aislando a la URSS. Según Valencia, la crispación entre las élites estadounidenses viene porque la integración del gigante asiático en los círculos económicos internacionales no ha salido como esperaban. China, como primer exportador del mundo, cuenta con un inmenso superávit comercial con el resto del mundo y, en especial con Estados Unidos.

China, por su parte, está intentando construir una economía de doble circulación que, por un lado, produzca lo necesario para abastecerse, pero que también le permita defender su posición en el mercado internacional.

En cuanto al final de esta pugna, asegura Valencia, depende de quién sea capaz de aislar más al otro. No obstante, el embajador también considera que ambos Estados se sentarán a la mesa de negociaciones y llegarán a un acuerdo basado en áreas de influencias. Una solución que, aplicada a una China moderna, y convertida en un gigante económico, debe estar basada en la adecuación mutua, y no en la hegemonía americana.

Sofía Alfayate