El pasado 4 de febrero de 2020, dando la bienvenida a los Desayunos de Trabajo de febrero, la nueva estructura de mandos de la OTAN fue presentada y razonada en INCIPE. De la mano del cuartel general en Bruselas y de la estructura de fuerzas, esta estructura forma parte de los pilares del Tratado de Washington que conforman la OTAN. Siendo de naturaleza permanente, la estructura de mandos está estrechamente ligada al Cuartel General –que también se está reorganizando– y a la estructura de fuerzas, encargada de organizar unidades y cuarteles generales que se ponen a disposición de la OTAN. Tras la caída del muro de Berlín, la estructura fue reorganizada para asegurar el mantenimiento de la paz: redujo sus recursos, número de cuarteles -de 27 a 7- y la cantidad de personal.
No obstante, unos años más tarde, en 2010, se reconoció que dicha estructura había dejado de responder a los desafíos geopolíticos que iban apareciendo; hecho al que se respondió con una nueva estructura en 2012. Pero los retos siguieron evolucionando y creciendo. En 2015 la crisis de refugiados, observada con detalle desde la OTAN, produjo una profunda reflexión a nivel internacional. La paralela crisis de Ucrania hizo patente una necesidad mayor de seguridad. Un año más tarde, la OTAN presentaba la Iniciativa de la Presencia Avanzada Mejorada -un conjunto de batallones en los Bálticos-, junto a una nueva estructura de mandos. Debería haberse declarado operativo total, pero no había personal suficiente.
A este escenario se le han sumado otros desafíos estratégicos como: el resurgir de Rusia, los santuarios terroristas, los flujos de refugiados y el deshielo del Ártico; así como un entorno operacional marcado por la generalización de la guerra híbrida, el desarrollo del ciberespacio y avances tecnológicos (inteligencia artificial, Big Data), que han llevado al límite las capacidades de la OTAN en materia de inteligencia y toma de decisiones. Es por todo esto que la nueva estructura de mandos se fundamenta bajo el lema de one NATO, haciendo especial énfasis en la cohesión y la cultura de la misma estructura. Como aspectos a mejorar se han establecido tres vías de atención: el vínculo transatlántico, el enfoque regional y la visión 360ª de la organización. Otros factores que requieren más desarrollo serían la velocidad de respuesta, la flexibilidad y la integración de agencias y estructuras.
Además, se han creado dos Cuarteles Generales nuevos, otro conjunto en Norfolk, un mando de retaguardia en Alemania y otro mando de coordinación logística para reducir tiempos de tránsito. Asimismo, la nueva estructura militar que emerge en paralelo favorece la correcta adaptación de la estructura al promover el retorno a la defensa colectiva y la integración de la amenaza no convencional y convencional. Finalmente, los riesgos a los que se enfrenta esta reorganización son variados y están interrelacionados. La resistencia al cambio de paradigma, el personal, la sensación de oportunidades perdidas o la falta de cooperación con la Unión Europea podrían desestabilizar el buen funcionamiento de la renovada estructura de mandos.
Nicole Pretell