Natalia Sancha considera que hay importantes similitides entre el conflicto sirio y una matryoshka. Dicho conflicto es esencialmente un conjunto de guerras que conforme se indaga surgen nuevas capas o etapas que presentan, a su vez, una mayor complejidades. Así, tras hacer una radiografía sobre la situación, durante el encuentro se presentó un exhaustivo recorrido por los diferentes escenarios con el fin de comprender la naturaleza de dicho conflicto.
Durante el 2011, en el contexto de las revueltas árabes, en Siria comenzaron una serie de protestas populares pacíficas a nivel local que, progresibamente, se transformaron en un conflicto armado compuesto por una amalgama de actores e intereres. Parelelamente, diversos actores extranjeros se han visto implicados a raíz de su apoyo a los grupos más afines a sus intereses estratégicos. En este sentido, en 2014 cuándo el conflicto civil aparentaba pacificarse se produjo la entrada de Estados Unidos y la coalición internaiconal en la que se integraban 80 países con la consecuencia de la expansión del conflicto a escala regional. En septiembre de 2015, trás la petición del Presidente sirio Bashar al-Assad, la Federación de Rusia (aliados estratégico del gobierno sirio) inició una operación aérea contra las fuerzas rebeldes, principalmente en los alrededores de la ciudad de Homs y progresivamente en otras regiones de las provincias de Idlib y Hama. Dichas operaciones pretendían dar apoyo aéreo a la posterior ofensiva terrestre de las fuerzas de al-Asad. A lo largo del conflicto otros estados, como Irán o Arabia Saudí han pretendido reforzar su influencia en una guerra que se ha ido cronificando. Al mismo tiempo se han implicado otros actores no estatales, como Hezbolá, milicia chií libanesa. Posteriormente, Turquía ha sido otro actor determinante, trás su apoyo a los grupos suníes se ha centrado en expulsur a los kurdos, convirtiendo esto último en su absoluta prioridad.
Por su parte, el Gobierno de al-Asad, que llegó a perder más del 40% del territorio sirio, finalmente ha salido vencedor de la contienda junto a sus aliados más próximos, Irán y Rusia. No obstante, Bashar Al Asad se enfrenta a numerosos retos. Por un lado, se identifican cuatro frentes potencialmente activos en Siria, pese a que el Ejército sirio ha recuperado territorio en el centro del país, los focos de conflicto se han trasladado a las fronteras. Actualmente, en la frontera norte de Siria, colindante con Turquía, se está implementando el Proyecto Afrín, cuyo objetivo es establecer una franja de 30 kilómetros en el cantón kurdo donde Turquía pretende reubicar a 3 millones y medio de refugiados que actualmente se encuentran dentro de sus fronteras.
Por otro lado, quedan muchas incógnitas sobre la mesa. Entre ellas, la localización de combatientes de Daesh y, concretamente, de aquellas mujeres radicalizadas que han formado una yihad femenina; la zona fronteriza co Iraq con importantes pozos petrolíferos y la otros conflictos trasversales como el acceso a recursos básicos y a fuentes de agua potable. En definitiva, el diálogo político y la voluntad de los actores implicados será determinante para la construcción de estabilidad en un país desgastado por casi una década de conflicto.