La cuestión sobre la forma del Estado en los Estados de Derecho y democráticos no es simple. Tampoco podemos decir que el modelo federalista alemán sea el ideal, sino que cada país tiene una manera más adecuada de organizarse en función de diversas cuestiones como son la cultura, la historia, la geografía, etc. Sin embargo, y pese a su dificultad, se trata de un tema clave en el buen funcionamiento de los gobiernos, y que es a su vez muy importante en una Europa cuya fuerza reside precisamente en la diversidad. Las fronteras no son muros y una visión simplista, como la que mantienen nacionalismos y movimientos identitarios, perjudica gravemente al sistema.
Los XL y LXX aniversarios de las cartas fundacionales del estado español y alemán, respectivamente, son una ocasión para abordar los principios básicos del orden Estatal. Los principios del federalismo alemán pueden alinearse con los que rigen la Unión Europea, por lo que podemos aprender mucho de observarlos. Cuestiones como la subsidiariedad, la participación regional en procesos legislativos, implementación de leyes federales, la redistribución financiera o la protección de las minorías nacionales son principios que rigen tanto el sistema político alemán como el de la Unión. Por lo tanto, y en una forma similar al federalismo, el fortalecimiento de la participación regional en los procesos de toma e implementación de decisiones facilita la vinculación de los ciudadanos y legitimidad de los actos del Estado y la Unión.
Por último, de cara a la celebración del XXX aniversario de la caída del Muro de Berlín, cabe plantear la importancia de cualquier esfuerzo para encontrar medios de protección de las particularidades regionales y nacionales sin construir muros. La heterogeneidad de la Unión y sus Estados es a menudo un reto, pero es también un factor de enriquecimiento de nuestras comunidades.