Hoy en día, México se ha convertido en una potencia regional gracias a su pujante economía y al denominado bono demográfico, ya que la población mexicana en edad de trabajar es muy superior al porcentaje de ancianos y dependientes, lo que repercute positivamente en el desarrollo del Estado. Además, México tiene una tasa de migración muy baja. Sin embargo, es un país clave en los desplazamientos de población en América ya que se trata el punto de paso entre los países del sur y Estados Unidos. Aun así, hay muchos inmigrantes que deciden buscar un futuro en México trabajando en el sector agrícola y hotelero.
Por otro lado, México, como firme defensor del multilateralismo y del libre comercio forma parte de 11 acuerdos de libre comercio, que le dan acceso a los mercados de 46 países. Así, además del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés), el estado norteamericano ya ha negociado un acuerdo comercial con la Unión Europea que será aprobado en un futuro próximo. De la misma manera es miembro del G-20, uno de los líderes de la Alianza del Pacífico y un firme defensor de la importancia del castellano como vehículo cultural y de alianza con España.
Desde la llegada de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia en 2012, se han acometido una serie de reformas estructurales que contaron con un amplio apoyo entre los tres principales partidos mexicanos. La primera de ellas –y también la más cuestionada- es la reforma educativa, que obliga a los profesores a superar unas oposiciones para poder ejercer. En la misma línea, la Administración de Peña Nieto ha realizado una subida de impuestos para equipararse a los niveles de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Asimismo, ha reformado el sector de las telecomunicaciones para romper los monopolios estatales y ha llevado la banda ancha al 90% del territorio nacional. Otro monopolio ya superado es el energético, donde PEMEX ya no es el único operador del mercado petrolífero mexicano. Las demás reformas acometidas en el último sexenio han ido encaminadas a aumentar la transparencia de las administraciones públicas a dinamizar el mercado laboral, a aumentar la disciplina fiscal de los gobiernos locales y estatales. También se ha levantado la prohibición de repetir mandatos para senadores y alcaldes, aunque limitando su reelección a un segundo mandato (6 años en total). Una reelección a la que Enrique Peña Nieto, sin embargo, no podrá optar en las elecciones de julio, ya que el cargo de Presidente sigue limitado a un solo mandato de seis años.
Precisamente los comicios del mes que viene serán históricos en México por varias razones. En primer lugar por el gran número de electores llamados a las urnas: 89 millones (13 de los cuales votarán por primera vez). Pero también por los 18.300 cargos (621 federales) en juego. Sin embargo, la participación de los mexicanos residentes fuera de sus fronteras ha sido decepcionante, ya que solo 118.000 se han registrado para depositar su voto. Sea cual sea el resultado de los comicios, el nuevo inquilino de Los Pinos (la residencia presidencial mexicana) deberá lidiar con varios retos: la relación con EE.UU., en la que prima la cooperación seguritaria y fronteriza a pesar de los tweets de Donald Trump, el control de la frontera sur de México y la polémica Ley de Seguridad destinada a luchar contra el narcotráfico.
Pablo Blanco