El rol de Turquía en la comunidad internacional viene fuertemente marcado por su ubicación geográfica como intersección entre distintas regiones; el país otomano se encuentra en el cruce entre Asia, Oriente Medio y Europa. Es un país que, además, destaca por ser la 17ª economía mundial y por tener una población de casi 80 millones de habitantes. En la actualidad, Turquía se enfrenta, como muchos otros de su países vecinos, a complejos retos en materia de seguridad y defensa. La primavera árabe –si así puede denominarse- afectó de forma muy directa al país, causando efectos que a día de hoy perduran. En este contexto, el país euroasiático remarca la especial dificultad que plantea su ubicación y la necesidad de adoptar medidas reales y en cooperación con la comunidad internacional.
Entre los desafíos que Turquía considera prioritarios para su seguridad podemos encontrar, en primer lugar, el terrorismo, desde, al menos, tres frentes: el DAESH, que si bien están luchando en la buena dirección, todavía están lejos de ser eliminados por completo; el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán); y el movimiento liderado por Fetulá Gülen, autor del fallido golpe de Estado llevado a cabo el pasado julio de 2016. El flujo de refugiados de Siria también supone un reto para Turquía. El país reivindica haber gestionado esta crisis con dinero de “sus propios impuestos” y haber recibido poca ayuda internacional en comparación. En tercer lugar, el radicalismo, y en especial, el abuso de la religión es extremadamente preocupante para el estado, así como el afloramiento de sentimientos islamófobos, xenófobos, anti-semitistas y racistas. En último lugar, también se mencionó la proliferación de armas de destrucción masiva y el uso reciente de armas químicas, así como la necesidad de darle una solución conjunta a estos temas.
Con respecto a las relaciones de Turquía con la Unión Europea, este primero remarca su persistencia en conseguir la adhesión a la Unión, si bien alega que ésta hace esfuerzos por frenar este objetivo y no juzga a Turquía con el mismo criterio que al resto de candidatos. Por otro lado, Turquía reafirma su compromiso leal con la OTAN así como con todas las organizaciones de las que es miembro, rechazando el argumento de que la política exterior del país esté dando un giro hacia Rusia. En efecto, las relaciones turco-rusas están en un momento álgido. No obstante, ello no debe interpretarse como una renuncia a sus responsabilidades con la Alianza Atlántica. Finalmente, cabe resaltar la incipiente relación entre Turquía y países africanos. Hasta ahora, hay 40 embajadas turcas abiertas en el continente, y aunque en la actualidad la mayor parte de la relación es en forma de ayuda humanitaria, se espera que se sigan expandiendo las relaciones. Entre otras cosas, Turquía prioriza el cierre de las escuelas afines a Fetulá Gülen.