La Alianza Atlántica en la perspectiva de la Cumbre de Madrid

El 17 de febrero de 2022, INCIPE celebró una sesión virtual bajo el título La Alianza Atlántica en la perspectiva de la Cumbre de Madrid, dedicada a explorar la trayectoria histórica de la OTAN en vista de cómo los retos actuales podrían marcar las prioridades de la Cumbre de Madrid de 2022. Esta sesión contó con la participación de Jorge Domecq, diplomático español con un largo bagaje de actividades relacionadas con la defensa en general y con la OTAN en particular. La actividad fue presentada por el secretario general del INCIPE, Manuel Alabart. Tras la intervención del ponente, se inició una ronda de preguntas moderada por el director general del INCIPE, Vicente Garrido.

La sesión se desarrolló en español y congregó a una audiencia interesada en comprender las raíces de las claves a abordar durante la futura Cumbre de Madrid de la OTAN. Para ello, contamos con la participación de Jorge Domecq, director de relaciones institucionales y consejero de estrategia de Airbus España, experimentado en el ámbito de la defensa tras ocupar distintos cargos relacionados con dicha área, tanto en la OTAN, como en la UE y el MAEC. Durante la sesión, Jorge Domecq presentó un análisis detallado de la adaptación histórica de la OTAN a los diversos cambios geopolíticos en su esfera de actuación. Se puso de manifiesto el origen de las claves que podrían conformar las prioridades abordadas en la Cumbre de Madrid de 2022.

Jorge Domecq comienza su intervención señalando la importancia de la Alianza Atlántica en garantizar la protección del continente europeo. De acuerdo con el ponente la naturaleza de la OTAN, en la actualidad más política que militar, le ha permitido adaptarse a los cambios históricos vividos en sus más de 70 años de existencia. Los principales retos a los que la Alianza ha tenido que adaptarse proceden principalmente de la rotura del equilibrio que produjo el fin de la guerra fría, al terminar con el marco de relaciones previsibles hasta entonces.

Domecq destaca tres fases de adaptación que ha atravesado la OTAN desde el fin de la guerra fría. La primera se sitúa en el periodo posterior a la caída del muro de Berlín hasta mediados de los años 90. En este periodo, la OTAN tuvo que redefinir su relevancia en una nueva Europa, ante el fin de las premisas de la guerra fría, el inicio de los procesos de desarme, la reducción de la presencia de EEUU en Europa, y con la discusión del proceso de reunificación de Alemania abierta. La caída del telón de acero puso de manifiesto la necesidad de desarrollar la política de ‘mano tendida’ como paso inicial hacia la inclusión de Europa Central y del Este en la Alianza. Todo ello se encapsuló en el primer concepto estratégico de la Alianza, aprobado en Roma en 1991; un marco político que permitía a la estrategia hasta entonces puramente militar de la OTAN abordar estos nuevos desafíos.

La segunda fase de adaptación destacada por Domecq cubre la administración de Javier Solana, en la que la OTAN atravesó una increíble transformación en un periodo de solo 4 años. La estrategia de la Alianza en este periodo estuvo muy centrada en crear un entramado de relaciones con una unidad indisoluble, cuyos equilibrios para evitasen que creciese de nuevo la desconfianza en la nueva Europa. De esta forma se aplicó una política de puertas abiertas hacia los países que quisieran unirse a la alianza, dejando un margen de adaptación para que resolvieran aquellos problemas que les impedían contribuir de forma inmediata al entramado político y militar de la OTAN. Paralelamente, se desarrolló una política clara hacia Rusia con la creación del consejo OTAN-Rusia, cuyo objetivo era englobar a Rusia en una nueva orden de seguridad en Europa. Este órgano no excluía la posibilidad de su entrada en la Alianza, aun cuando los problemas que arrastraba Rusia en aquel momento hacían su entrada imposible a medio plazo. En un tercer plano, se creó el consejo euroatlántico para aquellos países europeos que querían tener una relación con la OTAN sin ingresar en ella.

La administración de Solana fue además un periodo muy importante para la Alianza, porque esta se consolidó como foro de consultas prioritario en todos los temas de seguridad de los aliados. En este periodo se  cristaliza, además, la voluntad europea de crear una identidad común que haga a la UE más responsable de la defensa y seguridad del continente. Esto  último sigue siendo hoy un proyecto a largo plazo que requiere caminar hacia una política exterior común, pero que en el momento era coherente con los pasos importantes que estaba dando la integración europea en los años 90.

Todo ello, señala Domecq, se dio en un contexto en el que la unidad y la integridad territorial de muchos países empezaba a resquebrajarse. Es por ello que otro punto de desarrollo de la OTAN se dio al comprender que, para proyectar seguridad en europa, tenía que superar su papel como alianza defensiva de fronteras inamovibles y aplicar una aproximación menos estrecha de sus premisas. Esta idea inspiró las intervenciones en Bosnia y Kosovo.

La tercera etapa explicada por el ponente se desarrolla durante las administraciones Bush, Trump y Obama, que aunque muy distintas entre sí mantuvieron un hilo conductor similar en su aproximación al vínculo atlántico. Así, esta etapa marca claves como el viraje hacia Asia, la ruptura de sobreentendidos que habían caracterizado la relación con Rusia, o el despliegue en Europa de los sistemas balísticos americanos. Todo ellos unido al debate iniciado en el periodo Trump después de que el presidente renegase de la organización.

Poniendo el foco en la futura Cumbre de Madrid, el ponente señala las 4 claves principales que deberán abordarse en ella. En primer lugar, la gestión de la rivalidad con China deberá concentrarse en aquellos ámbitos en los que la Alianza pueda aportar instrumentos oportunos. Seguidamente, la gestión de la relación con Rusia y la crisis de Ucrania debe reconocer el peligro que esta supone para la propia unidad de la Alianza, así como el impacto asimétrico del conflicto a los propios miembros de la OTAN. En tercer lugar, avanzar hacia una OTAN donde haya un verdadero partenariado tecnológico e industrial entre ambas orillas del atlántico, una idea responsable de muchas de las tensiones entre EEUU y la UE respecto a la llamada ‘autonomía estratégica de la UE’. Domecq finaliza señalando que otro de los puntos principales debe dirigirse a encontrar la manera de que la Europa de la defensa encaje en la OTAN, incluído el ámbito del espacio. En esto último el ponente destaca la centralidad de la elección del próximo secretario general de la OTAN, explicando la forma en que la relación entre ambos lados del atlántico se beneficiaría de un secretario general de un país de la UE.

La sesión concluyó con un debate donde los participantes pudieron plantear preguntas sobre los temas tratados. Este intercambio subrayó la relevancia de comprender la forma en que la trayectoria histórica de la OTAN podría afectar a sus objetivos en el futuro próximo.

Lucía Rodríguez