Bajo el título "El derecho de secesión en la Unión Europea: reflexiones en torno al Referéndum de Escocia", INCIPE organizó el pasado 23 de septiembre de 2014 un Desayuno de Trabajo que contó con la ponencia de Manuel Medina, Catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid y antiguo miembro del Parlamento Europeo.

Manuel Medina, autor del libro El derecho de secesión en la Unión Europea, describió a la Unión Europea durante el encuentro como “veintiocho Estados navegando juntos y apoyándose mutuamente”. Según Medina, el Estado es el pilar fundamental de la UE y una de las mayores contribuciones de Europa a la cultura política mundial, con tanto éxito que actualmente existen casi 200 Estados en todo el planeta. El concepto de Estado, una construcción racional, contrasta con el de Nación, que tiene una dimensión más emocional y ha sido objeto de debate desde la Revolución Francesa. Esta simbiosis entre Estado y Nación generó un cóctel revolucionario a mediados del siglo XX, lo que llevó a la necesidad de superar los nacionalismos para avanzar hacia la construcción de Europa.

Los 28 Estados miembros de la UE son los eslabones de una cadena cuya fortaleza reside en las instituciones estatales que la componen. Sin embargo, un proceso de secesión dentro de uno de estos Estados podría tener serias repercusiones para el proyecto de integración europeo. Los Tratados de la Unión no contemplan una normativa específica sobre el derecho de secesión, ya que esta cuestión se rige por el Derecho Internacional y el ordenamiento constitucional de cada Estado miembro. No obstante, para formar parte de la UE es necesario pasar por un proceso formal de adhesión, lo que significa que una región que se separe de su Estado no puede heredar automáticamente la membresía en la Unión. Tanto el Parlamento Europeo como la Comisión Europea han rechazado la idea de que una parte secesionista pueda acceder a la UE por derecho propio, ya que no existe un principio de sucesión automática en las relaciones con organismos internacionales.

De haberse aprobado la independencia de Escocia en el referéndum de 2014, su incorporación a la UE habría enfrentado numerosos obstáculos. Además de requerir un proceso de adhesión formal, varios Estados miembros, como Eslovaquia, Grecia, Chipre y España, habrían mostrado su oposición, al considerar que podría sentar un precedente peligroso para sus propias situaciones internas. A esto se sumaría que Escocia sería un receptor neto de fondos europeos, lo que habría complicado aún más las negociaciones de integración.

La UE, fundamentada en la superación de los nacionalismos, percibe el secesionismo como una amenaza directa a sus principios. Este fenómeno no solo desafía el espíritu comunitario, sino que también evidencia una falta de solidaridad que va en contra de los valores esenciales de la Unión.

Aranzazu Álvarez