China, una nueva cita con la historia

El pasado 14 de junio de 2018, INCIPE organizó un Desayuno de Trabajo titulado China, una nueva cita con la historia, que corrió a cargo del Embajador de España en la República Popular China, Manuel Valencia, entre los años 2013 y 2017.

China no es un país como los demás ya que el 20% de la humanidad habita dentro de sus fronteras y tiene una marcada identidad fruto de 5.000 años de civilización propia ininterrumpida. Sin embargo, esto no significa que el país permanezca inalterado. Así, hoy en día asistimos al nacimiento de una nueva dinastía, liderada por Xi Jinping. El máximo mandatario chino inició una campaña contra la corrupción y ahora encara una nueva etapa basada en el “chinese dream”, mezclando dinamismo económico y medidas encaminadas a potenciar la igualdad social. Además, Xi Jinping ha eliminado de la constitución el tope de dos mandatos que hasta ahora tenían los Presidentes de la República Popular y ostenta también el puesto de Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de China, un ente que agrupa a 90 millones de chinos y que está legitimado –a ojos de la opinión pública interna- por sus espectacular resultados económicos, sacando a 600 millones de personas de la pobreza, y por las perspectivas de convertir a China de nuevo en una potencia mundial.

En esta dirección, China ya no es un país replegado sobre sí mismo, sino que se ha abierto al exterior: vende productos al extranjero y adquiere materias primas en otros mercados, lo que le obliga a una mayor presencia internacional, sustentada –en parte- por su desarrollo económico. Aunque su crecimiento anual ha disminuido de un 14% al 6% esto o debe entenderse como un retroceso, sino como una transición hacia un crecimiento controlado, en el que el Gobierno controla que las grandes empresas públicas no terminen convirtiéndose en “zombies” que produzcan sin atender a las necesidades reales del mercado. Y es que, el gobierno chino mantiene un control absoluto de los mecanismos financieros que le permiten sortear sin turbulencias las recesiones económicas que azotan a otras economías.

Por otro lado, el mundo productivo del gigante asiático ya no se centra en la copia de manufacturas occidentales, sino que son punteros en la producción de tecnología y generación de patentes a nivel mundial. De igual manera, la lucha contra la contaminación se ha convertido en una de las prioridades del gobierno de Xi Jinping. Otra de las grandes iniciativas del “nuevo mandarín” es la creación de una ruta de la seda del siglo XXI, que busca convertir a China en jugador muy activo en el mundo político mundial, exportando los excedentes de las grandes empresas chinas y ayudando a desarrollar el este de China así como a consolidar su presencia en Asia Central de cara a la posible emergencia de un mundo post-anglosajón. En esta línea la estrategia de China, que previsiblemente superará a Estados Unidos como potencia económica en 2027, busca aumentar su presencia en la escena internacional. Bien a través de medios militares, tales como el cinturón de bases navales de China a Djibuti o potenciando una narrativa de China como potencia hegemónica en el mar de la China meridional en base a antiguas expediciones de navegantes chinos, valiéndose de su influencia económica sobre otros países de Asia-Pacífico o del peso específico de las minorías chinas en otros estados del sudeste asiático como Filipnas, Tailandia o Indonesia.

Pablo Blanco