El embajador José María Ridao inició su ponencia con una breve reflexión sobre la complejidad de la India, entendiéndose esta como amplitud de fenómenos y realidades; no como irracionalismo. Para aproximarse al país, subraya Ridao, la importancia de comprender la persistencia de las huellas del colonialismo; tanto el expolio de recursos como, especialmente, la cosmovisión ideológica europea.
La obra de James Mill The History of British India, permeará en las esferas nacional e internacional con su idea de escisión del país en dos naciones identitariamente divergentes: hindúes y musulmanes. Ello lleva implícito la transferencia de un concepto puramente geográfico y de paraguas teológico (hindú) a uno de credo único, desechándose la pluralidad de religiones que inicialmente abarcaba el concepto. Implanta también una imagen errónea de pretensión musulmana de legitimar el poder político, a la que, sin embargo, no aspiraban la mayor parte de los credos del paraguas hinduista. La ingente pluralidad de creencias y castas empujaron a Gandhi a hallar un discurso unificador contra el poder colonial, amparando a los más marginados, los intocables, como quinta casta junto a las cuatro tradicionales. Con todo, esta revisión teológica y política no acogería al credo musulmán, lo que unido a la idea de escisión de naciones ya mencionada labró el camino a la creación de Pakistán.
José María Ridao insiste en que la profunda huella de la partición, todavía abierta, no puede explicarse sin la figura de Nehru, quién distinguiéndose de otros pueblos coloniales, vinculó la lucha anticolonial con la pretensión democrática y constitucional. Desde 1947, y pese al dominio federal y central del Congress (o INC), el desgaste del partido y su propuesta constitucional abrirán las vías al hindutva o nacionalismo hindú, contrapuesto a la nación musulmana. El desgaste irremediable del sistema conducirá en 2014 a la revitalización de la propuesta con la victoria del Bharatiya Janata Party, liderado por Nahrendra Modi.
Ridao subraya cómo el replanteamiento constitucional de Nehru permeará en la política exterior del país a través del movimiento de los no alineados durante la Guerra Fría. Con la disolución de la Unión Soviética, y transformado el panorama internacional, la India requiere de un nuevo posicionamiento; quedando en un limbo analítico hasta la definición de una nueva política con la llegada de Subrahmanyam Jaishankar al ministerio de asuntos exteriores. Reformulando la política del no alineamiento de Nehru, Jaishankar impulsa el polilateralismo, abriendo los canales de cooperación del país en un mundo multipolar para mantener su autonomía estratégica. Ello va acompañado de un compromiso con la Carta de las Naciones Unidas, pero también de la exigencia de una reforma en el seno de la organización. Finalmente, los últimos años han venido marcados por la búsqueda de nuevas estructuras regionales y extrarregionales operativas, entre los que el Embajador destaca el QUAD o la Organización de Cooperación de Shanghai.
De entre las crisis fundamentales a las que la India ha tenido que hacer frente en los últimos tiempos, José María Ridao subraya las de Afganistán y Ucrania. La salida de EE.UU. de Afganistán reavivó la herida de la partición con la aparente victoria de Pakistán y la derrota del gran país democrático. Pakistán se presentó como potencial comunicador con los talibán, elevándose como potencia internacional de primer orden. No obstante, esta sensación fue efímera, dominando la India el tablero del Indo-Pacífico en cuestión de meses a través de una hábil estrategia de encuadre y respaldo en los foros multilaterales y de las Naciones Unidas, más que de planteamiento bilateral. El problema estratégico de Afganistán quedaba reducido así a un problema de seguridad de facto.
En lo que respecta al conflicto de Ucrania, si bien es cierta la dependencia en un 70% del material de defensa ruso o de necesidad acceso a los mercados de suministros energéticos, no debe olvidarse la voluntad de priorizar su autonomía estratégica. Jose María Ridao nos invita, pues, a huir de blancos y negros, prestando atención al polilateralismo que define la estrategia y que no cesa de garantizarle resultados favorables.
Para concluir, el embajador introduce dos preguntas: ¿Nos encontramos ante un país descomunalmente grande o ante una gran potencia? ¿Es la India una potencia internacional per sé, o debe su nuevo rol a su innegable importancia en el Indo-Pacífico? Independientemente, lo que es innegable es que “India es uno de los países con condiciones suficientes para liderar la comunidad internacional, siempre y cuando sus políticas internas sean las adecuadas y su política exterior se siga desarrollando con inteligencia”, señala Ridao.
Sofía Provencio